viernes, agosto 10, 2007

MANIFIESTO ARTISTICO. "Prólogo de un libro jamás escrito"

Este es un texto que saco hoy del baúl de los recuerdos, algo que no ha gustado a casi nadie que lo ha leído pero que, casi seis años después, sigo defendiendo a pies juntillas (y con esto no me refiero a que creo palabra por palabra todo lo que digo, tengo la sabia costumbre de no hacerlo jamás, sino a que se mantiene de pie y por sí solo, sostenido por una lógica, extraña, pero lógica al fin y al cabo). Un texto que significó mucho en mi vida, y supuso una gran liberación en muchos aspectos. Un texto que jamás vio la luz y que hoy me tiembla entre las manos como brasa caliente, reclamando el derecho a ser expuesto a la opinión de los demás, (si es que ustedes gustan), ya sea para criticarlo, ignorarlo, venerarlo o maldecirlo.

Además me trae gratos recuerdos de mis inicios de mi amistad con Susana a la que hoy quiero dedicárselo con afecto.

PRÓLOGO DE UN LIBRO JAMÁS ESCRITO.

…Y es que he vuelto a necesitar escribir mis últimas paridas. Me he propuesto otro loco proyecto a largo plazo que, casi con seguridad, terminará en la bolsa de “papel para reciclar”.

Voy a escribir un libro, ¡SÍ!, uno de esos pestiñazos entrañables en donde se nos cuenta nuestra propia vida de forma misteriosa y elegante. Y es que… ¡qué bien nos sentimos cuando nos identificamos con el protagonista!...o cuando le suceden cosas, que si bien no nos han pasado, imaginamos en un rincón de nuestro subconsciente que así fueron.

He comentado mi proyecto con algunos amigos, pero de mi entorno más cercano sólo recibo desmoralizaciones. Yo hablo demasiado, trabajo poco o casi nada, y fumo más de la cuenta. Lo cual, como es natural, da una suma de: “absoluto y total descrédito social”. ¡Me lo he ganado a pulso!, años de duro esfuerzo en comentarios a destiempo e impertinencias; improperios, delirantes afirmaciones y una repelente repetición de lo que se acaba de decir, algo así como:…-¡Oye! ¡Que yo también lo sabía!-

¡Y sí! Se trata de una delirante tendencia al fracaso, a la capacidad implacable de demostrar a todos que soy una auténtica impresentable.

Además, ¿POR QUÉ ESCRIBIR?... ¿Acaso mi vida es interesante? ¿Para quién? ¿Para mí?, ¿para mis amigos?, ¿solo para mis amigos? ¿Podría siquiera valer como testimonio?... ¿cotilleo?… ¿documento? o ¿entretenimiento?...Directamente, ¿por el placer de poner a otros en el compromiso de que tengan que leerlo?... ¿Pasaré de la segunda página?, ¿contaré la verdad sobre mi vida?, o ¿me la volveré a recontar de un modo más convincente?

Y es que soy una ambiciosa muy vaga, pero con buen gusto. Admiro el trabajo bien hecho, lo complicado, ¡la escasa! pero impresionante inteligencia del ser humano. ¡Qué sería de nuestras pobres almas sin esas pequeñas estrellas fugaces que van alumbrando el penoso caminar de la historia de la humanidad!... ¿Acaso sería lo mismo la vida escolar de todos nosotros, si en los libros no aparecieran nombres como Leonardo da Vinci, Chopin, Pascal, Arquímedes, Beethoven o Napoleón?

Cuánto me hubiese gustado comprenderlos. Compartir con ellos aquellas vivencias que hicieron que se despegaran de la vulgaridad. Esa que inevitablemente parece que se adhiere a las sábanas cuando tienes que levantarte para comenzar con otro día real, lejos de extraños e imposibles mundos oníricos. Y es que tener una excusa para poder volver a recrearse en esos universos paralelos que desaparecen con el despertador es fantástico. Es así como comienza uno con estas absurdas ideas de escribir libros, decírselo a los amigos y obligarles a leer memeces.

Me empeño, y no se por qué, en realizar todas aquellas actividades sublimes para las que me han dicho que soy un petardo. No sé si por un sentimiento íntimo de superación, o para dejar más en evidencia mi portentosa estupidez. ¿Quién sabe? Igual suena la flauta de Bartolo...Y si no, os lo aseguro, qué bien sienta un ataque de sinceridad cruel. Mi desnudez libertadora, la que ahora y para siempre dejo impresa en estos papeles, me hace hoy inmune a todos vuestros reproches. Mis vergüenzas, que se asoman a mi exterior, me hacen por fin auténtica en mí ser. Soy yo, sin más, sin pasado y con futuro, que me enfrento a mi conciencia social, siempre pobre, siempre menguante. Un estorbo del que hoy me deshago para dejaros libres, que penséis de mí lo que os dé la gana, pues hace tiempo descubrí que no puedo evitarlo.

Es cierto que hay personas que, realizando sus actuaciones en el voraz escenario de la vida social, hacen pensar a su grupito que son distintos, que tienen algo especial, cierto talento, pero yo no me lo trago. Lo he intentado, pero mi propia existencia, hoy felizmente desmoronada, se ha alimentado de esto largos años. Me quedo con mi sincera exposición de una realidad sin adornos. No quiero pasarme la vida escondida detrás de lo que puedan ver los demás en mí. Y no por nada en particular, simplemente me aburro.

Ser único e irrepetible es sencillo. Todos lo somos desde nuestra anónima vulgaridad. Pero tener que hacérselo creer a los demás, es como llevar puesto un incómodo traje de alambres que además te tira de la sisa. Y es que, ¿cómo ser correctamente especiales? En mi peligrosa imaginación se filtran mis anhelos, deseos, valores e inmundicias, ofreciéndome un vasto imperio que gobierna todo mi ser. Aparece cuando le place frente a los demás. Crea malestares y cruces de miradas entre rostros contraídos, los mismos que intentan convencer al resto de que están tocados por manos divinas. Aquellos, cobardes, que jamás se miraron al espejo para ver su propio reflejo, sino para revisar su imagen. Perturbados, se preguntan qué me pasa. Les doy pena por vivir una existencia tan tortuosa donde mi mundo paralelo se confunde con la vida cotidiana.

En cambio, es este rasgo, mi personal visión del mundo, lo que me acerca a él, y todas esas personalidades que sufrieron, sintieron, amaron, desearon y, sobre todo, buscaron y buscaron... Igual que yo, igual que los protagonistas de los libros que quería escribir solo para vivir más cerca de ellos, para soñarlos a mi antojo y conseguir nuevas conquistas para mi Imperio.

No somos nadie. Es muy doloroso llegar a esta conclusión. Pasarnos la vida inmersos en la masa del pueblo alumbrados por escasas estrellas fugaces que hoy, desde el reflejo de la televisión, brillan cada vez menos. Comprender que tu importancia en este planeta es la misma que la de una hormiga para el hormiguero: la aplastas y aparecen veinte mil más. O la de una mota de polvo en el aparador. Así de relevante es nuestra existencia. Por ello buscamos mil estratagemas para ser alguien. Nos ponemos nombres, y soñamos con frecuencia que ese nombre pasa a la inmortalidad de la Historia o significa algo cósmico en nuestros círculos habituales. En nuestros sueños más profundos aspiramos a conquistar el tiempo desde una identidad que se nos vuelve ficticia. La hipocresía social de cualquier velatorio nos lo recuerda: “¡Ay, no somos nadie¡”.

Pero llega un momento en la vida de toda persona, justo después de la adolescencia, en donde ser alguien empieza a dejar de tener importancia. Por supuesto que no todo el mundo deja de ser adolescente. Yo ¹, tengo veintinueve años y tan solo veo pequeños rasgos de perdida de hormonal estupidez, en algunos momentos lúcidos como este. Mi padre, por ejemplo, es un adolescente de sesenta primaveras. Aún le aterra la idea de no ser nadie, por eso tiene sus amigos, sus influencias, sus contactos. Un meticuloso entramado social, regado con abundante alcohol, que le hace pensar que es una pieza indispensable. Pero la verdad es que cuando mi padre muera los bares y su mundo seguirán existiendo, y a nadie le importará. En cambio yo, quedaré definitivamente huérfana, y mi existencia habrá cambiado en su totalidad.

Es ahora que comprendo mi total inutilidad cuando puedo entender el lenguaje de mi pensamiento: simbólico y atemporal. Así como el amante repite para sí eternamente el primer beso de su amada, porque es suyo y podrá repetirlo cuantas veces quiera. Incluso mientras trabaja o está rodeado de gente. En ese momento es inmortal. Es un dios creando la realidad. Pues la evocación del pasado no es un viaje atrás en el tiempo, sino que es éste el que llega a nuestro momento actual y vuelve a nacer, siempre diferente, siempre alterado en algún matiz. Y es que si hay algo irreal es el pasado, que siempre volverá a nosotros pero no ya como tiempo sino como pensamiento.

...Y claro, si no escribo reviento. Porque mi pequeña cabecita no para, no puedo dejar de pensar en el tiempo, el espacio, el sexo, el sentido de la humanidad, la reencarnación del gorgojo de la patata o por qué demonios no funciona la lavadora.

Y, cuando estas ideas vienen a mí, sé que ninguna de ellas es más importante que la anterior. Por ello expreso en público igual una cosa que la otra. Y claro, estoy "loca", felizmente "loca". Porque solo los locos dejan libre el pensamiento entremezclando la realidad superflua con los profundos pensamientos. Por supuesto, siempre están los que habitan en una y única realidad plana, como la meseta de la Mancha. Y otros que, a base de golpes y reprimendas, como cuando se arranca un trozo de una montaña para construir una autopista, también se vuelven planos. Dolidos, se avergüenzan de sus protuberancias, de sus sensuales valles escondidos o del rayo destructor que trae consigo la muerte.

Desde nuestras pequeñas y repetidas vidas, nosotros somos los protagonistas de una realidad demasiado uniforme, demasiado egocéntrica y vacía de significado. Tenemos tanto miedo de ver nuestro singular reflejo, tan poco parecido a los héroes de nuestro subconsciente, absolutamente imprescindibles, que empezamos a odiar al otro por recordarnos que nuestras ilusiones, que son los hijos muertos en la monotonía, no tienen cabida en las empobrecidas relaciones humanas.

Si no fuera por la literatura, la pintura, la música, de las cuales hacemos uso (unos con más gracia que otros), estaríamos muertos. Espiritualmente muertos. Yo misma me he ahogado tantas veces. Sé de las vergüenzas sufridas cuando nuestro cerebro decide ponerse a funcionar por su cuenta, porque he mirado con el rabillo del ojo demasiadas veces a mi alrededor. He rectificado infinitas veces mis afirmaciones para que no se trasparentase mi locura, la inmensidad de mi interior. Y no es que no sepa actuar como los demás, es que por algún extraño motivo, NO ME DA LA GANA.

Si no fuera por la capacidad artística que libera dulcemente nuestra realidad paralela, la que, oculta o no, ocupa la mayor parte de nuestra existencia, jamás hubiese llegado el silencio a mi boca cuando estoy con los amigos. A los cuales y con cariño pido perdón por haberlos usado como ² “mi libreta” tanto tiempo. Claro síntoma adolescente que recientemente empiezo a contemplar, como el primer beso del amado, siempre mío pero jamás repetible del pasado.

  1. Coma que no denota falta de formación gramatical, sino puro y duro egocentrismo ¿Acaso no soy un todo en si mismo? ¿No formo una oración gramatical completa? ¿Necesita el yo de complementos banales como el verbo? Y si así es ¿a quién le importa?
  2. Dícese de una libreta que llevo siempre en el bolso en la que apunto la primera chorrada que se me ocurre, sea relevante o no.

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7 Comments:

At 10/8/07 13:39, Blogger Edurne dice...

Acabo de aterrizar en tu "prólogo de un libro jamás escrito" y me ha gustado. Me identifico con ello. Seguiré curioseando tu blog. He estrenado el mío hace 3 días: www.pormasymejor.blogspot.com

 
At 10/8/07 17:05, Blogger AnonimiA dice...

Gracias por tu comentario y bienvenida al blog. Espero de veras que sigas pasándote por nuestra página, y es que tenía que puntualizarlo. En este blog somos dos Susana y yo (AnonimiA). Verás no es por ponerme pedante, es por que de las dos, Susana es la que ha hecho posible este blog (que ya lleva con ustedes más de un año), la que se pega infernales curros y la que además me saca de todos mis apuros. Mi conciencia no me permite ignorar ese detalle.
De todas formas me alegro de que te guste, ya sabes las dos estaremos impaciente esperando a que nos leas.

¡¡BIENVENIDA!!

 
At 10/8/07 18:17, Anonymous Anónimo dice...

porfa, arregla eso de 'benerar'

el arte es expresión, xo tb ejercicio. No dejes de practicar (si quieres hacer arte).

En cierto modo es como el sexo y el amor: puede haber amor sin sexo y sexo sin amor. Sí, los dos a la vez es lo mejor, pero...

 
At 10/8/07 18:42, Blogger Susana dice...

Jooo... qué "potito"... gracias...

 
At 10/8/07 23:53, Blogger AnonimiA dice...

Mil perdones por el lapsus. Veis a eso mismo es a lo que me refería, Susana siempre está detrás mía como mi mamá, poniendo las comas en su sitio, recogiendo las letras que quedan por medio, y aprendiendo programas nuevos para que la nena no se aburra cuando tiene que irse a dormir.
Lo siento, es que hace más de dos meses que no nos vemos y por eso la efusividad. Pero contestando a lo que decías, si estoy de acuerdo.

En los últimos años de mi vida he estado practicando Tai Chi y me he acercado algo a algunos conceptos muy básicos orientales. El Tai Chí, que es considerado un arte, el lema principal es práctica, práctica y práctica.
Justamente ayer alguien me recordó un artículo entrañable que escribió Susana por el mes de Enero, en donde se abordaba este tema. Pero, y ahora si que estoy un poco puntillosa, yo no soy una artista, no pretendo hacer arte, solamente hago uso de el, por que nadie puede impedírmelo. Y aunque sea triste, esa es la cruda realidad.

Por cierto, eso del amor sin sexo, y el sexo sin amor, aunque se supone que está es una página de arte, creo que merece una reflexión, nunca lo he entendido. Tampoco acabo de entender como puede darse una práctica sin arte (bueno esto si), o arte sin práctica. Pero te estoy enormemente agradecida por que me has hecho pensar, pensar de verdad y me has corregido una terrible falta de ortografía. De veras muchas gracias

Un saludo.

 
At 8/9/07 21:27, Blogger malatesta dice...

Cierto. Sin embargo, y con las mismas premisas, puede uno llegar a la conclusión de que no vale la pena el esfuerzo. Esta tarde andaba yo pensando en ello, y en darle ya el cerrojazo al tema. Veremos.
Por cierto, saludos, enhorabuena por el blog, y esas cosas que se suelen decir en estos casos.

 
At 10/9/07 14:05, Blogger AnonimiA dice...

Hola Malatesta!

Me encanta tu apodo. He estado curioseando por tu blog, estaré pendiente de tus batallas, jeje.
Bueno, me dices: “Cierto”. Y a tan escueta frase obviamente no puedo ponerle objeción alguna.
Luego me dices que con esas mismas premisas se puede llegar a la conclusión de que tal vez no merezca la pena. ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! Que eso me suena a crisis. Esa es sin duda la pregunta del millón. Creo que todos pasamos por esa fase, tras muchas pero que muchas vueltas lo he asumido como parte del proceso ¿Merece la pena?...Ya no me importa, solo se que esforzarse es algo que produce una verdadera satisfacción y dejarse arrastrar por la pereza me consume en la desidia.
Un saludo, y bienvenido a bolg.

 

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