SUSANA EN EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS
El pasado jueves estuve contemplando de cerca la obra de David Ymbernon. Pero no se imaginan de qué manera: tuve la inmensa suerte, el privilegio, de tener al mismo David como guía, y de que además me permitiera acceder a su estudio. Ymbernon, señores, es el nombre de una realidad paralela a la nuestra, preñada de magia y sorpresas. Yo iba por aquellas estancias blanco y naranja sintiéndome una pequeña Alicia, espiando con los ojos muy abiertos cada maravilla que iba encontrando por los rincones: una báscula en la que las plumas pesan más que el hierro, una cuadrilla de diminutos obreros que construye un huevo con alas, un paracaidista que desciende del techo, juguetes imposibles en cajas inventadas, un cerdito-violín que se mira al espejo... En la pantalla del ordenador, una chica baila la danza del vientre en una bañera de plumas, con el viento como única música, y más tarde un señor ya mayor hace un striptease cargado de inocencia y gracia, que se repite una y otra vez en forma de bucle. De vez en cuando, yo salía de mi admiración y hacía preguntas acerca de todo: "Y esto, ¿cómo se hace?" "Y lo otro, ¿por qué es así?" Y David, que había sacrificado las horas de que disponía para trabajar por estar allí, contestaba a todas con paciencia bovina, dejándose acribillar con una sonrisa, acentuando mi maravilla con cada respuesta.Etiquetas: Artes gráficas, Información, Momentos memorables
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