¡CALENTITO, CALENTITO! ¡LA POLÉMICA ESTÁ SERVIDA!
Manuscrito, imprenta, internet, divulgación masiva de obras, derechos de autor, piratería, anonimia, autoría, seudónimo, nicknames, individuo, colectividad, egocentrismo, cobardía, el sujeto como creador de un proceso creativo, el proceso creativo en la transformación del autor, autoridad, desautorización, des-autorización, no-autor, censura, manipulación, libertad de expresión…
¿Por qué nos gusta complicarnos la vida?
¡Por no hacer nunca las cosas sencillas!
¡Por reinventar todos los conceptos!
¡Y por darle la vuelta a la tortilla!
¡Por no hacer nunca las cosas sencillas!
¡Por reinventar todos los conceptos!
¡Y por darle la vuelta a la tortilla!
Vamos a ver, les aseguro que mi intención primera era mucho más sencilla: hablar del anonimato en las obras musicales; toda la música popular tradicional, capítulos enteros en la música antigua y de la Edad Media... Pero lamento decirles que no he encontrado apenas información. Así que queda pendiente.
A cambio, me encontré con un debate que está en la mesa; sobre todo, parece ser, en el campo de la filosofía y la literatura.
Les aseguro que antes de buscar información sobre la anonimia en las obras artísticas, creía saber lo que era un autor, pero si les digo la verdad ya no lo tengo tan claro...
Parece imposible ver la tele, oír la radio o alquilar una película sin encontrase con uno de los debates más actuales y polémicos, que es la protección de los derechos de autor. En sí, el discurso que todos conocemos es que los derechos de autor se proclaman como los defensores de la cultura frente a la piratería. En uno de estos anuncios dice que si robamos las ideas nos quedaremos sin cultura o que ésta se volverá más pobre. Creo que el estribillo de esta copla dice algo así como:
"El eMule sí, el eMule no,
el eMule niña me lo bajo yo."
(Entonar con la melodía de La Tarara).
el eMule niña me lo bajo yo."
(Entonar con la melodía de La Tarara).
Además de esto, internet ha ofrecido más controversia en cuanto al concepto de autor. Los blogs, la gente que escribe bajo seudónimos (¡huy!, como yo), los nicknames. El hecho de que cualquiera pueda escribir cualquier cosa y publicarla bajo costes mínimos merece sin duda una gran reflexión.
Para ello vamos a analizar un poco el concepto de autor. De entrada podemos pensar que esto es muy sencillo: alguien hace una obra y es su autor. Como la obra no existiría si no hay autor, éste es importante.
Pero esto no siempre ha sido así. Este concepto, mucho más profundo y complejo de lo que se pueda pensar, ha sufrido una evolución enorme a lo largo de la Historia.
Por ejemplo, el romancero es un conjunto de composiciones o poemas anónimos escritos en los siglos XIV-XV para ser cantados o recitados, pero el carácter anónimo de esta obra no se debe a que su autor se olvidara de firmar o a que se desconociera el nombre, qué va. El autor de esta obra es todo el pueblo, una colectividad. Y es que por aquellos tiempos no tenía tanta importancia quién hacia las obras (total, al final estaban todas hechas por Dios). Sí, como lo oyen, el concepto de autor no se parecía en nada a lo que hoy en día conocemos.
Otro buen ejemplo, pero de distinto planteamiento, es la figura de Alfonso X El sabio. En general, los reyes y mecenas eran los que figuraban como autores en la producción de las obras (aunque no cabe duda de que en el caso de este personaje su implicación fue bastante más significativa). He encontrado un texto muy ilustrativo que sin duda nos aclarará un poco las cosas:
"El monarca castellano reunió en su corte a un grupo de traductores, redactores, copistas, miniaturistas que trabajan en conjunto. La autoría del rey no se corresponde con el concepto de 'autor' que hoy tenemos. El rey organiza el trabajo, lo dirige, supervisa el resultado final. Se explica la tarea del monarca en el prólogo de la General Estoria (¿quizás de la mano del propio rey?): 'El rey face un libro, non porque él escriba con sus manos, mas porque compone las razones de él, e las enmienda e yegua e enderesza e muestra la manera de cómo se deben fazer, e de sí las escribe quien él manda'. Del mismo modo, cuando se dice 'el rey faze un palacio e alguna obra, non e dicho por que lo él fiziese con sus manos, mas porque él mandó fazer e dio las cosas que fueron menester para ello'. La intervención del rey en la dirección de una obra se percibe perfectamente, por ejemplo, en la elaboración de la Historia de España. De esta obra nos ha llegado diversas redacciones, que interpretan acontecimientos históricos...". (De Los libros en la Edad Media).
Es decir, ¿alguien sabe quién lo escribió? Desde luego, en este caso no fue el que figuraba como autor.
Es en el siglo XVIII y comienzos del XIX donde el concepto de autor adquiere el significado actual y (qué casualidad) coincide con dos hechos muy significativos:
– La creación de la imprenta, que permitió la edición y distribución masiva de las obras y
– El invento de los derechos de autor o copyright.
Saquen ustedes sus propias conclusiones... Claro, si hay pasta de por medio habrá que saber quién la cobra, ¿no?
Todo esto va unido al comienzo del naciente capitalismo y una nueva clase social, la burguesía, que anhela la noción de propiedad. Es decir: podríamos afirmar que el concepto de autor es básicamente un concepto moderno.
Moisés Hergueta, Picada
PERO NO SE VAYAN TODAVÍA, QUE AÚN HAY MÁS…
En la búsqueda de la anonimia me he encontrado con un interesantísimo artículo de Ramón Pérez Pareja:
"A finales de los sesenta, Roland Barthes, Michel Foucault y Jacques Derrida, los tres pensadores más activos de la Deconstrucción, proclamaron la crisis de la autoría, vinculada a la crisis del yo."
Verán, primero llegó Nietzsche y proclamó la muerte de Dios, luego Marx y Hegel la muerte del arte, y por último llega nuestro amigo Barthes y plantea la "muerte del autor". En fin, que al final no queda ni el apuntador. Voy a intentar comentar las ideas más significativas de este complejo mundo ideológico, si es que es posible.
1. Se pasa del anonimato medieval al individualismo del genio romántico.
2. El lector pasa a una dimensión pasiva.
"Esta idea romántica presupone que el autor ocupa el centro de la obra y el texto es el vehículo del significado que el escritor quiso darle. El papel del lector sería sencillamente el de intentar entender lo que el autor deseó comunicar. La lectura constituiría entonces una actividad pasiva."
3. La obra pasa a ser considerada como una mercancía que es necesario regular mediante leyes.
La Deconstrucción plantea que:
1. El autor se ve afectado por múltiples variables: el contexto social, la cultura, la lengua en la que escribe y hasta los mismos personajes sobre los que escribe.
"…el autor debe ser despojado de su rol de artífice para pasar a ser analizado como una función compleja y variable"
"Nunca puede saberse quién escribe, si el autor o los personajes que de alguna manera le obligan, el individuo o su experiencia personal, la psicología de la época o, en realidad, la propia escritura, por la simple razón de que ponerse a escribir es renunciar a la individualidad e ingresar en lo colectivo. Desde el instante en que cogemos la pluma, escribimos tal como nos han enseñado, con una retórica determinada, con una sintaxis, una gramática y unos tropos ya fijados desde la Antigüedad, con un lenguaje que nos rodea y nos envuelve en un murmullo incesante: un gran almacén de citas y signos de muy diversos centros de la cultura que operan como intertextos. La escritura impone una tradición y unas leyes que el autor debe aceptar; su contribución es mínima. Barthes sostiene que la escritura es ese lugar neutro, compuesto, oblicuo, al que va a parar nuestro sujeto, el blanco y negro donde acaba por perderse toda identidad, comenzando por la propia identidad del cuerpo que escribe. "
2. La obra no termina cuando el autor deja la pluma, sino en el lector que interpreta las ideas de ste.
3. La ausencia de significado estable de los textos.
La obra es, de esta forma, algo abierto perteneciente a un colectivo, el de los lectores. Podría entenderse, y esto es de mi cosecha, que la obra es como un borrador abierto que está siempre susceptible de ser versionado, de ser alterado en la mente del lector o por otros autores.
"El poeta debe asumir la imperfección del texto. El escritor sólo alcanza a producir sugerencias de significado, pero es el lector quien las define y quien la completa porque es en el lector donde la obra se cumple en la misma medida que el mensaje de una obra de teatro sólo alcanza su plenitud en la representación".
"…no sería el autor el que produce el texto, sino el texto el que da origen a la entidad del autor"
4. El autor en internet: En su última reflexión Ramón Pérez Pareja observa cómo las nuevas tecnologías han puesto de manifiesto de nuevo el debate.
"… Por lo pronto, se produce una democratización de la autoría, ya que poco importa el prestigio del nombre propio del autor a la hora de poder publicar en internet. Muchas almas solitarias, sumidas en el anonimato (si lo prefieren) o en los estrechos márgenes de una dirección de correo electrónico, exhiben sin pudor sus obras; una turba de exiliados expone ante el mundo entero su tedio, su imaginación y sus fantasías. Poco importan entonces los nombres. Existe la posibilidad en muchos casos de interferir a placer en los textos de la red o, en su caso, sugerir al autor cambios y transformaciones sustanciales, incluso proponer que se dedique a otra cosa. El lector se convierte en el verdadero artífice de la obra y muestra definitivamente su vasto poder, hasta ahora sólo sugerido como promesa de futuro por Barthes, Foucault y Derrida."
Hasta ahora, y si lo he entendido bien, no se trata de negar o no la importancia del escritor, sino de entender la obra como algo abierto. El lector adquiere tanto protagonismo como el escritor en un devenir entre ambos, una interacción. La responsabilidad de una obra recae ahora sobre un pensamiento colectivo que atañe a la comunidad de escritores-lectores.
Pero hay quien lleva esto un paso más allá. En un artículo de Luis Bernard en Kaputt defiende el anonimato atacando duramente la autoría, en un idealismo de la anonimia. Cito textualmente:
"…El dominio de la autoría a destajo impone la negación de la obra al mismo tiempo que niega al verdadero creador anónimo y plural de lo literario, diluyéndolo en una contingencia de individuación mentirosa. Es un fetichismo de autor que transforma al escritor en un instrumento a plazo fijo, en un objeto de oferta frente al que la tímida búsqueda del anonimato no puede más que sucumbir a la maldición de su propio anacronismo."
Pero no todo el mundo no puede estar de acuerdo: Daniel Massei contesta con dureza. Quisiera pedir disculpas por sacar de contexto los puntos tercero y sexto de una tesis que argumenta concienzudamente tras la exposición de los hechos. Contesta en otro escrito al autor anterior, apodado Bardamu:
"3. No acepto autores a medias. Acepto la heteronimia (alguien nombraba a Pessoa y se me podría argumentar hasta a César Tiempo y su famosa Clara Better, por ejemplo) y acepto los seudónimos y acepto la firma, acepto todo. Lo único que me rompen las pelotas son los nicknames, porque en el concepto de "sobrenombre" está la mutación, el engaño, la estafa. Un nombre de fantasía que esconde un rato y que luego muta en otro. Conozco muchos casos de gente que lleva abiertos tres o cuatros blogs, enarbola cualquier barbaridad y luego se cansa y abre otro con otro nombre y vuelve a enarbolar cualquier otra barbaridad, incluso opuesta. A mí no me gusta. A diferencia de Bardamu, no concibo la literatura sin un autor dispuesto a aceptar las culpas, los odios y los rencores que generen sus palabras. Lo pueden llamar fetichismo, aeromodelismo, numismática o como se les ocurra, pero yo sólo leo autores, únicamente autores: el kamasutra me aburre. Y creo, honestamente convencido, que la firma es la única conquista sindical de los escritores. De no existir, toda la literatura producida hasta el día de hoy pertenecería sólo a los editores."
"6. La mayoría de la gente a la que le cuestiono el hecho que no firmen, me responden desde lo personal cuestiones parecidas a éstas: no quiero que mi tía me encuentre en Internet o no quiero que en mi trabajo alguien pueda leer lo que hago o causas por el estilo. Bueno, muy bien, respondo ahora desde lo personal: yo me banco que todos mis familiares me encuentren en Internet y me reclamen –por ejemplo– los pecaminosos conceptos que me la paso profiriendo sobre los dioses en los que creen, me banco que en mi trabajo lean lo que escribo y sospechen legítimamente el tiempo que les robo y me banco jamás en mi vida acceder a un crédito bancario porque lo primero que hacen los bancos hoy es buscar en Internet a sus potenciales clientes. Y a mí no me importa, yo sigo estando aquí y firmando. No exijo que se me acepte un nombre de fantasía, respaldo con todo lo que tengo lo que escribo y lo que pienso. No me guardo nada. Exijo sí, un mínimo de reciprocidad."
Y hasta aquí hemos llegado. Espero haberles ayudado a tener las cosas un poco menos claras, ya que eso significa que se estarán planteando alguna cuestión.
Piensen y lean, señores, y opinen, y obliguen desde este nuevo medio a tener que explicarse a sus escritores. No se conformen con nada, participen e interfieran en la opinión de cualquiera. Y acepten, al igual que yo, cualquier crítica que puedan hacerles.
Moisés Hergueta, Anonimia
Bibliografía:
Ramón Pérez Parejo: La crisis de la autoría
Luis Bernard: Recurso de anonimato
Daniel Massei: En contra del anonimato
Tino Hargén: Anonimia, colectividad, autoría (nota: para ver el texto con Firefox, seleccionarlo todo, porque sale del mismo color que el fondo).
Edad Media: música y poesía en la corte del Rey Sabio
Los libros en la Edad Media
La propiedad intelectual: guía legal
Antecedentes históricos de la propiedad intelectual
Anonimia: definición (WordReference)
Etiquetas: Información, Reflexiones
5 Comments:
Amiga Anonimia, celebro tu trabajo.
Una aclaración: me hubiera gustado que al hacer referencia al texto que me pertenece "Anonimia, colectividad, autoría" me señalaras comoel autor, bien con mi seudónimo Tino Hargén con el que firmo en el blog Hargentina o mi nombre civil que es Julio Zoppi.
Hay problemas para ver mi blog con algunas versionesde Firefox, para comididad he puesto en tipografía mas oscura los articulos relacionados con el tema.
Saludos y gracias
Estimado Tino:
Anonimia tenía problemas para entrar en Blogger con el portátil y me pasó a mí tanto el texto como la bibliografía para que la publicara. Estuve buscando el nombre del autor del texto en Hargentina, pero tengo Firefox y lo veo muy mal, así que no lo encontré. Te pido disculpas en nombre de las dos. Ahora mismo lo arreglo. Gracias por comentárnoslo.
Saludos, y enhorabuena por tu trabajo.
Aunque Susana ya se ha disculpado por las dos prefiero hacerlo personalmente. Espero que te haya gustado y que vuelvas a ilustrarme en trabajos futuros.
Un saludo.
No hay de que disculparse, gracias a ustedes. Respecto de la plantilla de mi blog me trae mucho dolores de cabeza, gente que tiene problemas, estoy tratando de solucionarlo.
Muy interesante su artículo. Enfoca la cuestión desde diversos puntos de vista ampliando la perspectiva del problema para cualquier lector y, por lo tanto, enriqueciendo el tema.
Gracias por citar mi artículo, "La crisis de la autoría y el renacimiento de la anonimia en Internet".
Un saludo.
Ramón Pérez Parejo
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