DIVIDIDO ENTRE CERO-1a
Renee estaba mirando por la ventana cuando la señora Rivas se acercó a ella.
—¿Te vas al cabo de una semana solamente? La verdad es que no llega a ser un auténtico internamiento. Dios sabe que yo todavía me quedaré mucho tiempo aquí.
Renee se obligó a sonreír cortésmente.
—Seguro que no será mucho tiempo.— La señora Rivas era la manipuladora de la sala; todo el mundo sabía que sus intentos eran meros gestos, pero los asistentes la vigilaban cuidadosamente no fuera a conseguirlo por accidente.
—Ja. Ya les gustaría que me fuese. ¿Sabes qué indemnizaciones pueden tener que pagar si uno se muere mientras sigue en estado?
—Sí, lo sé.
—Eso es lo único que les preocupa, lo sé bien. Siempre con sus indemnizaciones...
Renee se volvió y dedicó de nuevo su atención a la ventana, observando cómo un intercontinental se abría camino por el cielo.
—¿Señora Norwood? —la llamó una enfermera—. Su marido está aquí.
Renee dirigió otra sonrisa cortés a la señora Rivas y se fue.
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