DIVIDIDO ENTRE CERO -1b
Carl firmó una vez más y finalmente las enfermeras se llevaron los impresos para archivarlos. Recordó el día en que había internado a Renee, y pensó en todas las preguntas típicas de la primera entrevista. Las había respondido con estoicismo.
—Sí, es catedrática de matemáticas. Sale en el Quién es quién.
—No, yo soy biólogo.
Y:
—Me dejé una caja de diapositivas que necesitaba.
—No, no es posible que ella lo supiera.
Y, tal y como esperaba:
—Sí, así es. Fue hace unos veinte años, cuando era estudiante de doctorado.
—No, intenté tirarme.
—No, Renee y yo no nos conocíamos por aquel entonces.
Y una y otra vez.
Ahora estaban convencidos de que él era capaz y apoyaba a su esposa, y estaban dispuestos a dejar salir a Renee para someterla a un programa externo de tratamiento.
Volviendo la vista atrás, Carl se sentía sorprendido de forma abstracta. Salvo durante un momento, no había sufrido ninguna sensación de déjà vu en absoluto con el hospital, los médicos, las enfermeras: la única sensación que le embargaba era de insensibilidad, de pura repetición tediosa.
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