jueves, mayo 24, 2007

ESTAMOS DE VUELTA, CON INSTRUCCIONES

Madre mía. He tardado tanto en actualizar CPA que la entrada que les tenía preparada se ha quedado obsoleta... Espero que puedan perdonarme: ha sido una temporada de tremendos, inesperados, desconcertantes cambios. Aún me estoy mudando a mi nueva vida y tratando de colocar cada cosa en su sitio. Acabo de colocar CPA y aquí me tienen, de nuevo al pie del teclado. Y tengo que decir que me alegro mucho de volver a verles.

Hace tiempo que les quería traer un pequeño texto maravilloso. Salía en un anuncio de televisión, que no sé si seguirán poniendo, y lo recitaba un chico imitando el peculiar acento de su autor. ¿Lo han adivinado ya? En efecto, era un fragmento de Historias de cronopios y de famas, del inmarcesible Julio Cortázar. Es un libro delicioso, agridulce, siniestro a veces y de una sensibilidad exacerbada siempre. Les transcribo mi parte favorita:

LA TAREA DE ABLANDAR EL LADRILLO

La tarea de ablandar el ladrillo todos los días, la tarea de abrirse paso en la masa pegajosa que se proclama mundo, cada mañana topar con el paralelepípedo de nombre repugnante, con la satisfacción perruna de que todo esté en su sitio, la misma mujer al lado, los mismos zapatos, el mismo sabor de la misma pasta dentífrica, la misma tristeza de las casas de enfrente, del sucio tablero de ventanas de tiempo con su letrero «Hotel de Belgique».

Meter la cabeza como un toro desganado contra la masa transparente en cuyo centro tomamos café con leche y abrimos el diario para saber lo que ocurrió en cualquiera de los rincones del ladrillo de cristal. Negarse a que el acto delicado de girar el picaporte, ese acto por el cual todo podría transformarse, se cumpla con la fría eficacia de un reflejo cotidiano. Hasta luego, querida. Que te vaya bien.

Apretar una cucharita entre los dedos y sentir su latido de metal, su advertencia sospechosa. Cómo duele negar una cucharita, negar una puerta, negar todo lo que el hábito lame hasta darle suavidad satisfactoria. Tanto más simple aceptar la fácil solicitud de la cuchara, emplearla para revolver el café.

Y no que esté mal si las cosas nos encuentran otra vez cada día y son las mismas. Que a nuestro lado haya la misma mujer, el mismo reloj, y que la novela abierta sobre la mesa eche a andar otra vez en la bicicleta de nuestros anteojos, ¿por qué estaría mal? Pero como un toro triste hay que agachar la cabeza, del centro del ladrillo de cristal empujar hacia afuera, hacia lo otro tan cerca de nosotros, inasible como el picador tan cerca del toro. Castigarse los ojos mirando eso que anda por el cielo y acepta taimadamente su nombre de nube, su réplica catalogada en la memoria. No creas que el teléfono va a darte los números que buscas. ¿Por qué te los daría? Solamente vendrá lo que tienes preparado y resuelto, el triste reflejo de tu esperanza, ese mono que se rasca sobre una mesa y tiembla de frío. Rómpele la cabeza a ese mono, corre desde el centro de la pared y ábrete paso. ¡Oh, cómo cantan en el piso de arriba! Hay un piso de arriba en esta casa, con otras gentes. Hay un piso de arriba donde vive gente que no sospecha su piso de abajo, y estamos todos en el ladrillo de cristal. Y si de pronto una polilla se para al borde de un lápiz y late como un fuego ceniciento, mírala, yo la estoy mirando, estoy palpando su corazón pequeñísimo, y la oigo, esa polilla resuena en la pasta de cristal congelado, no todo está perdido. Cuando abra la puerta y me asome a la escalera, sabré que abajo empieza la calle; no el molde ya aceptado, no las casas ya sabidas, no el hotel de enfrente; la calle, la viva floresta donde cada instante puede arrojarse sobre mí como una magnolia, donde las caras van a nacer cuando las mire, cuando avance un poco más, cuando con los codos y las pestañas y las uñas me rompa minuciosamente contra la pasta del ladrillo de cristal, y juegue mi vida mientras avanzo paso a paso para ir a comprar el diario a la esquina.

Y este es el texto que se reproduce en el anuncio, completo:

PREÁMBULO A LAS INSTRUCCIONES PARA DAR CUERDA AL RELOJ

Piensa en esto: cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente el reloj, que los cumplas muy felices y esperamos que te dure porque es de buena marca, suizo con áncora de rubíes; no te regalan solamente ese menudo picapedrero que te atarás a la muñeca y pasearás contigo. Te regalan —no lo saben, lo terrible es que no lo saben—, te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo, algo que es tuyo pero no es tu cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo con su correa como un bracito desesperado colgándose de tu muñeca. Te regalan la necesidad de darle cuerda todos los días, la obligación de darle cuerda para que siga siendo un reloj; te regalan la obsesión de atender a la hora exacta en las vitrinas de las joyerías, en el anuncio por la radio, en el servicio telefónico. Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se te caiga al suelo y se rompa. Te regalan su marca, y la seguridad de que es una marca mejor que las otras, te regalan la tendencia a comparar tu reloj con los demás relojes. No te regalan un reloj, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del reloj.

INSTRUCCIONES PARA DAR CUERDA AL RELOJ

Allá en el fondo está la muerte, pero no tenga miedo. Sujete el reloj con una mano, tome con dos dedos la llave de la cuerda, remóntela suavemente. Ahora se abre otro plazo, los árboles despliegan sus hojas, las barcas corren regatas, el tiempo como un abanico se va llenando de sí mismo y de él brotan el aire, las brisas de la tierra, la sombra de una mujer, el perfume del pan.

¿Qué más quiere, qué más quiere? Átelo pronto a su muñeca, déjelo latir en libertad, imítelo anhelante. El miedo herrumbra las áncoras, cada cosa que pudo alcanzarse y fue olvidada va corroyendo las venas del reloj, gangrenando la fría sangre de sus pequeños rubíes. Y allá en el fondo está la muerte si no corremos y llegamos antes y comprendemos que ya no importa.

Enlaces:

Texto completo del libro (creo que no le falta ninguna parte).

Descarga recomendada (emule):

Julio Cortázar: Historias de cronopios y de famas.

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miércoles, mayo 02, 2007

¡ENTRADAS GRATIS!

"Es la primera vez que escucho música contemporánea y no tengo la sensación de que me están tomando el pelo", me dijo Anonimia cuando le puse este disco. Y es que Quasar, de Daniel Mateos (un chico que llegará lejos, recuerden lo que les digo), más que tener sentido, es inexorable, como el Universo del que habla. No es Mozart, ni de lejos: es una música plagada de efectos inesperados y (para el oído acostumbrado a Mozart) extraños, de misterio, de acción, de énfasis, de (a veces) contemplación, de fuerzas encontradas... No es una música para tener de fondo, ni para poner en el ascensor, sino para vivirla en toda su intensidad como se vive una aventura trepidante. Pueden escucharla completa aquí.

Esta semana, Daniel está encantado: el viernes estrenan su Quasar en el Teatro Monumental de Madrid, dentro del Ciclo de jóvenes músicos. Estarán la Orquesta de RTVE y, dirigiendo, Adrian Leaper: de lo mejorcito, ambos. Y, por si fuera poco, justo antes de Quasar podrán escuchar a uno de los benjamines más prometedores que tenemos en España: el violinista Jesús Reina. Casi nada. Todo lo que se va a interpretar es hardcore, no se lo voy a negar; pero, eso sí, del mejor.

Aunque lo mejor, lo que se dice lo mejor, se lo vamos a ofrecer ahora. Nos chiva Daniel que le quedan cuatro entradas, y las piensa regalar a los cuatro lectores de CPA que más rápido se pongan en contacto con nosotros a nuestro correo (bueno, si alguien quiere ir acompañado, que avise y les regala dos). ¡Escriban pronto, que se acaban!

La cita, este viernes 4 de mayo a las 20:00 h. en el Teatro Monumental de Madrid.

Daniel Mateos, feliz antes de que le sonsacáramos cuatro entradas para nuestros lectores.

Cómo llegar al Teatro.

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